Tomás se fue de vacaciones a California por tres semanas. Durante su estancia, se percató que los mosquitos eran muy agresivos y pululaban a su alrededor continuamente. Motivo por el cual, le preocupó mucho el contraer el virus de la fiebre del Nilo occidental.
Tomás decidió comprar un repelente para mosquitos que contenía DEET como ingrediente activo. Se roció el repelente en la piel diariamente, reaplicándoselo cada dos o tres horas. En muchas ocasiones, después de aplicárselo en los brazos y las piernas, se vistió con pantalón y camisa de manga larga cubriendo las áreas tratadas con el repelente.
Después de dos semanas de usar el repelente de esta manera, notó una sensación de hormigueo y picazón en su piel. Al final de sus vacaciones, le aparecieron llagas y ampollas en los brazos y piernas. Cuando volvió a casa, se preguntó si las erupciones en su piel habían sido causadas por el uso del repelente. Tomás busco más información en el Internet, encontrando la página web del Centro Nacional de Información de Pesticidas (NPIC) y decidió llamarles.