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Cebo para ratas almacenados en el cuarto de arreo: ¿Le parecerá un bocadillo a los caballos?

Disponible en inglés

Lorenzo tenía un pequeño rancho de caballos cerca a su casa, la cual estaba ubicada en las afueras de la ciudad. Los caballos eran alojados en un establo con un espacioso cuarto de arreo o almacén para la guarnicionería o talabartería, donde también guardaba los alimentos, medicamentos, monturas y plaguicidas. Un día trajo a casa un cubo de cebo para ratas y ratones. Solamente usó cinco cebos ese día, dejando el cubo casi lleno. Dejó el cubo en el almacén y lo cerró con el simple pestillo que mantenía los caballos separados del cuarto.

A la mañana siguiente entró en las caballerizas y encontró a dos de sus caballos con signos de dolor y cólicos abdominales. También notó que estaban jadeando y luchaban por mantenerse en pie. Lorenzo se dio cuenta que la puerta del almacén estaba abierta y que varias botellas de medicina se encontraban regadas y aplastadas por el piso. Entonces advirtió que había dejado destapado el cubo de cebo para ratas y ratones.

Lorenzo llamó a su veterinario. Mientras el veterinario estaba en camino, también marcó el número de emergencia que figuraba en el recipiente del cebo para ratas y ratones, contactando al NPIC.



Mensaje

Lorenzo le explicó su situación a la especialista de NPIC y le proporcionó información acerca del cebo para ratas y ratones. La especialista le explicó los síntomas que se esperarían en un caballo que comió el producto. Según la descripción, Lorenzo pensó que los caballos se habían comido el cebo.

La especialista le pidió a Lorenzo mirar de cerca los medicamentos que estaban en el suelo para determinar qué estaba roto, abierto, o faltaba. A Lorenzo le pareció que los medicamentos se cayeron de la estantería y luego fueron pisoteados. Sin embargo, no parecía que faltara gran parte de las medicinas.

Lorenzo miró el cubo de cebos y se dio cuenta que estaba medio vacío. La especialista explicó que los cebos a menudo son fabricados mezclando el veneno de roedores con alimentos como avena u otros granos, y añadiéndoles saborizantes, tales como mantequilla de maní y melaza. De esta manera, los roedores son atraídos por el cebo. Además, los caballos estaban acostumbrados a recibir los alimentos que salían del cuarto de arreo, por lo que Lorenzo se dio cuenta de lo fácil que sería para un caballo confundir el cebo para ratas y ratones con alimentos.

Cuando llegó el veterinario, Lorenzo tenía más información sobre el producto, lo que facilitó el proporcionar tratamiento de emergencia rápidamente.

Después de ese día terrible, Lorenzo adoptó medidas para almacenar los plaguicidas con más cuidado. Montó un pestillo que ofrecía mayor seguridad y colocó un candado en la puerta del almacén. Se volvió más estricto en cuanto a quien llevaba la llave del candado. Se aseguró de que la habitación estaba siempre asegurada, de manera que inclusive el caballo mas inteligente no podría entrar.